-Volver a lo sustancial-

- Hace rato que el problema principal del siglo XXI está planteado. Entramos en una etapa difícil: lo que se creía que podría ser una era encarnada por el humanismo y las doctrinas sociales fue rotundamente descarrilado. Los años 80 dejaron ver un modelo: el neoliberalismo y la especulación financiera fueron sus ejes. Un modelo completamente corrupto en su formación, materialista y opresor, que dejó tras de sí una rueda de billetes tracción a sangre, Un modelo de Consumo.

Hoy nos encontramos en el trance entre un sistema cada vez más aceleracionista e irracional, donde la primacía y el orden social se miden por el consumo y la plata fácil. El tiempo puede esperar; lo que realmente importa es un scroll infinito. La juventud no tiene rumbo ni futuro: nos impusieron una idea de mundo podrida, un mundo donde el alma queda vacía y se intenta llenar con elementos mundanos. Frente a esto, la izquierda mundial se encuentra perdida de la misma manera, enroscada en eventos intrascendentes.

Esa sustancia que llena nuestras almas es algo que va más allá de nosotros; es algo colectivo. Ahí es justamente donde aparece el Justicialismo: una doctrina tan moderna como cualquier inteligencia artificial, adaptada a la vida creada a partir de principios cristianos y humanistas. Es el momento (aunque el futuro se vea difuso) de entregar y luchar por algo verdadero.

El tiempo no puede esperar. La mejor forma de luchar es a través de la comunidad: dejar de lado, aunque sea un rato, nuestro propio egocentrismo, apagar el celular y fijarnos en el otro, en el de al lado. Eso es lo que realmente importa. De nada sirve informarse, leer y estudiar si no volcamos ese conocimiento en acción. De nada sirve si seguimos siendo parte de la rueda que nos aplasta día a día.

No hablo de encerrarse en una cueva, como un Unabomber, esa es la respuesta que esperan. Hay que abrirse, compartir y ser lo que no quieren que seamos: una comunidad conformada por individuos que saben que no pueden realizarse plenamente si el de al lado no se realiza. Es lo lógico en un escenario donde la dignidad y la plenitud solo se alcanzan en Comunidad.

Por que sino llegaremos cual Iván Ilich a nuestro final y nos preguntaremos ¿Por que viví? Intentemos llegar alli y pensar que vivimos para construir un algo ¿Para quien? Para el que venga atras.